Jose E. Krieger, jefe de cardiología molecular en la Universidad de São Paulo, habla sobre la investigación científica en España y Brasil y su experiencia en el Programa Líderes Brasileños
La III Edición del Programa Líderes Brasileños, organizada por la Fundación Consejo España-Brasil en diciembre de 2016 en Madrid y Canarias, tuvo la ciencia y la tecnología, y la colaboración bilateral en este campo, como eje fundamental. La Fundación Consejo publica periódicamente entrevistas con sus participantes.
Jose E. Krieger dirige el laboratorio de genética y cardiología molecular del Instituto del Corazón (InCor) de la Universidad de São Paulo.
La genética y cardiología molecular es una especialidad relativamente joven con respecto a otras ramas de la cardiología. ¿Cuál es su importancia en la actualidad?
A partir del momento en que las técnicas de genética y cardiología molecular se popularizaron, especialmente durante y después del proyecto llamado Genoma Humano, todas las áreas de las Ciencias de la Vida, no sólo la Medicina, sino también la Veterinaria, la Biología en general… se beneficiaron de esas estrategias, que son el resultado de investigaciones bastante complejas, porque desarrollan áreas interdisciplinarias.
Cuando se habló de las nuevas técnicas de secuenciación, o de investigación del genoma y los biomarcadores de los organismos, y su asociación con determinadas dolencias… eso creó un nuevo modelo, y es por eso que dentro de la medicina se diferencia entre cardiología y cardiología molecular.
La realidad es que los que trabajan en estudios de investigación, como yo, no tienen mucha diferencia con psiquiatras o nefrólogos, porque los instrumentos son muy similares. La diferencia entre las especialidades disminuyen mucho, porque las estrategias de investigación para encontrar la causa de dolencias o el desarrollo de nuevos marcadores moleculares, incorporar nuevos algoritmos que contengan datos clínicos para mejorar diagnósticos y estudiar el resultado de tratamientos, etcétera, es semejante.
En el desarrollo de esta nueva área de conocimiento, ¿qué posición juegan España y Brasil?
Como estos conocimientos tienen una difusión muy rápida y el acceso a estas tecnologías es bastante rápido, posibilita que otros países aparte de los que están a la vanguardia de las investigaciones (Estados Unidos, Japón, etcétera), puedan participar en ello.
Ahora bien, la diferencia de capacidad de países como Estados Unidos, por ejemplo, hace que para el resto sea importante unirse, buscar asociaciones complementarias. Por eso programas como éste son importantes. El acceso a Estados Unidos no es necesario, ya que tiene una masa crítica muy grande. De ahí la importancia de facilitadores bilaterales entre países como España y Brasil, que nos permitan trabajar juntos.
¿Cómo diría que es la relación entre instituciones académicas brasileñas y españolas, concretamente en el caso de la Universidad de São Paulo?
En primer lugar, las relaciones culturales entre Brasil y España facilitan mucho el contacto. Eso ya viene ocurriendo de forma esporádica desde hace mucho tiempo. Es posible encontrar, tanto en la Universidad de São Paulo como en universidades españolas, personas que llevan bastante tiempo colaborando con el otro país.
Lo que debería suceder ahora es que se cree una relación más sistémica, en la que realmente, de manera activa, se busquen oportunidades para complementarse mutuamente. Es un nuevo reto. Lo que ocurre ahora es que, como la situación en ambos países es propicia, surgen colaboraciones espontáneas.
Creo que sería posible, por medio de acciones como la que estamos haciendo ahora, realizar una prospección más sistémica que permita entablar relaciones a un nivel más elevado que las que hay ahora mismo. Las iniciativas actuales, aunque a veces funcionan muy bien, son erráticas, aleatorias.
La Universidad de São Paulo es la más importante de Iberoamérica según publicaciones como Times Higher Education. En la región, Brasil cuenta con el mayor número de instituciones en la lista de las mejores. ¿A qué cree que se debe?
En el caso de la Universidad de São Paulo uno de los factores más importantes es que tanto la Universidad como los mecanismos de financiación de investigaciones no han fluctuado, independientemente de la situación económica del país, durante los últimos cincuenta años. Esto ha sido algo determinante.
Ahora bien, incluso siendo la mejor institución de Iberoamérica, o de nuestro entorno, eso no es suficiente. Cuando se utilizan indicadores de relevancia, aunque no sean perfectos, nos muestran que si bien hemos tenido una gran evolución en la cantidad de publicación de papers y manuscritos, no ha aumentado la producción de publicaciones de calidad.
En ese sentido, podemos ver el modelo de España y cómo, a raíz de su incorporación a la Unión Europea, tuvo una gran transformación y fue teniendo cada vez más relevancia en los trabajos producidos. Para nosotros es muy importante entender cómo se ha llevado esto a cabo: proximidad a una masa crítica, mecanismos de financiación de investigaciones comunes para países como Alemania, Francia, Reino Unido y España… han tenido un gran impacto en la competitividad.
También, visitando centros como los que hemos visto a lo largo de este Programa es posible ver un gran número de extranjeros trabajando en las instituciones y empresas españolas. Eso es algo que no se ve en Brasil.
Sí, la Universidad de São Paulo, dentro de nuestro ambiente, tiene una posición muy destacada. Pero cuando nos comparamos con el resto del mundo, tenemos todavía mucho camino para mejorar.
¿Qué políticas universitarias brasileñas podrían exportarse a España para mejorar el rendimiento de sus universidades y viceversa?
Es difícil responder a esta pregunta. Por lo que hemos visto durante los últimos días, creo que varios de los mecanismos que utiliza España son comunes a la Unión Europea. Existen algunos puntos en los que tanto España como Brasil tienen problemas, y los pueden reducir. No existe ahora mismo una receta, pero sí podemos buscar un camino juntos.
Por ejemplo, varias de nuestras instituciones no están preparadas para responder a criterios de excelencia. Los contratos son iguales para todos. Que se produzca más o menos no se traduce en mayor o menor salario, y eso es un problema, casi cultural, que Brasil y España deberían superar para ser más competitivos.
Facilitar el intercambio de información en áreas en las que uno de los dos tiene cierta ventaja es otra cosa que también podría hacerse. Brasil, por ejemplo, destaca por la agroindustria, la bioeconomía...
En este contexto, ¿qué papel pueden jugar actores como la Fundación Consejo España-Brasil para favorecer el acercamiento entre instituciones de ambos países?
Creo que lo más importante, por lo que he visto estos días, es la experiencia, en un corto espacio de tiempo, que permite conocer mejor cómo son las instituciones académicas y de investigación, las empresas, los organismos de financiación… El propio contacto con el embajador de mi país, aquí en España, también nos ha permitido hacernos una idea de conjunto para conocer las políticas más efectivas.
Sé que el mismo esfuerzo que se ha hecho en este Programa con investigadores y representantes del mundo académico se ha hecho también, en años anteriores, con representantes del sector público, senadores y diputados que vinieron aquí, con líderes de opinión… Traer estos grupos de personas para poder conocer mejor la realidad española ayuda mucho.
Sería interesante que hubiera alguna contrapartida brasileña, alguna institución en Brasil que realizase la misma función. Creo que, desde nuestro punto de vista, ahora nos encontramos en una posición mucho mejor para implementar políticas que formen parte de un esfuerzo más sistémico que permitan identificar oportunidades de colaboración de mayor relevancia y a más largo plazo.
Resumen de actividades del Programa Líderes Brasileños 2016
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